martes, 24 de enero de 2017

SEGUNDA SESIÓN DEL II TALLER DE CREACIÓN LITERARIA «CARPE LITTERAM»

Vamos a repasar los trabajos de la sesión anterior.

Luego, comentaremos poemas de Aurora Luque y Alfonso Brezmes. Y, después de su lectura, dejamos que nos inspiren y creamos nuestros propios textos.

Estos son los poemas:

Círculo vicioso

Pondré mi oído en tu cuerpo.
Pondré mi verso en tu oído.
Pondré tu cuerpo en mi verso.

Aurora Luque en Carpe amorem.

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Instrumentos de medida

Para medir el tiempo se inventó la ausencia,
esa raya que separa en dos el mundo,
en dos los cuerpos, los días, las palabras.

Para medir la ausencia se inventó el silencio,
esa lengua de espectros, ese dolor obediente
con el frío tacto de las cosas huecas.

Para medir el silencio me inventaste a mí,
este perro de niebla que vaga en la noche
como un faro en busca de un naufragio.

Alfonso Brezmes en Don de lenguas.

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Gramática del amor

Yo lo sé.
Tú lo sabes.
Nosotros lo sabemos.
Ellos no lo saben.

Alfonso Brezmes en Don de lenguas.

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domingo, 15 de enero de 2017

Primera Sesión del II Taller. Martes 10 y Miércoles 11 de enero de 2017.

Comida del martes:

Alejandro Puga, Pilar García, José Luis Pérez y Alicia Arriero.

Y del miércoles:

José Luis Pérez, Carmen Real, Sofía Cañellas, Belén del Molino y Katerina Stamatakis.

Nos da la bienvenida "Anónimus" un ser que cobra vida con la poesía. Como estaba anunciado en la anterior entrada del blog, esta primera sesión está dedicada a "La casa" como elemento generador de sensaciones, recuerdos y sentimientos... El poema que dio origen a todo fue "Caserío de La Puebla" de José Luis Morales en su libro «El viento entre las ruinas». 



Lo declamamos en voz alta y explicamos lo que nos sugería a cada uno. Los recuerdos de las vivencias de la infancia (mares de risa) contrastaban con la soledad y el abandono actual de la casa (que se caiga una casa manchega no es noticia). 


Uno de los momentos más comentados fue la lectura de los versos:

Y la vida era simple: consistía en dar vueltas.
El molino, los trillos, los rebaños, las norias,
las cigüeñas, las mieses, el sol, las tolvaneras...
El mundo daba vueltas. 

La sensación de actividad circular creada por el poeta con todos los elementos descritos consiguió que reflexionáramos comparando con lo que actualmente hace que los niños se muevan... y todo lo que circula a su alrededor (máquinas, coches...). El contraste es enorme. 


El segundo poema que leímos fue "Cuando la casa escasa", de Gloria Fuertes. En esta ocasión las interpretaciones fueron múltiples, aunque el resultado final nos llevó a una sensación de soledad completa, por parte de la autora.


Nuestro profesor de Lengua castellana y Literatura, Carlos Mendigutía, leyó después "En casa de Martín", un texto poético del segundo libro de Felipe Espílez Murciano «Ojos como soles». Aquí también hubo opiniones variadas: "Me recuerda a Gloria Fuertes", "No, a mi me parece que está más cerca de las «Greguerías» de Gómez de la Serna", "Pues yo le veo la ternura de Juan Ramón Jiménez en «Platero y yo»... La verdad es que tenemos unos miembros del taller muy comprometidos con la Literatura y muy preparados...



Leímos algún poema más relacionado con "La casa", de los que habíamos preparado previamente, y nos dispusimos a trabajar en la creación de un texto relacionado con nuestra casa ideal, imaginaria, misteriosa,.... La próxima sesión continuaremos. 
























lunes, 9 de enero de 2017

PRIMERA SESIÓN DEL II TALLER DE CREACIÓN LITERARIA «CARPE LITTERAM»

Vamos a trabajar la descripción de objetos inanimados asociada a reflexiones, recuerdos, sentimientos... y a un lenguaje poético.

Pondremos nuestra atención en algunos ejemplos de poetas que han creado sus textos a partir de una casa. Sí, una simple casa puede darnos pie para expresar palabras encadenadas a sensaciones, unidas a afectos o a la evocación de tiempos pasados e, incluso, a deseos futuros.



Estos son los textos seleccionados:

CASERÍO DE LA PUEBLA

                                      Para Miguel Galanes y Mabel Hernández,
                                      Tú dueño de Añil de la casa.

De aquel tiempo de avispas y algunas veces lluvia,
de higueras en los patios y niños sin escuela;
de aquella infancia oscura entre una guerra y nada
que merendar, de aquellas
aguas del Jabalón donde, al nadar, entrábamos
en otra dimensión de la inocencia,
sólo esta casa en ruinas, al parecer, no ha huido,
aunque nadie se asome por sus ventanas ciegas.

(Nadie me observa. Entro. Sigo sin ver a nadie.)

Viniendo del olvido la llanura son huertas
calcinadas, eriales, surcos leprosos, restos
de cuanto fue y no pudo ni huir ni hacerse hoguera.

Frente al tiempo amarillo que pudre las paredes
de esta casa, da miedo detenerse. La puerta,
que alguien dejó entornada, como esperando a un muerto,
tiene color de lápida. Los muros son ya grietas.
Los nudillos del aire golpean las persianas
y, al callar, suena el eco con amplitud de ausencia.
Yo pasé los veranos aquí, cuando el calor
que nos asilvestraba, tardaba en ser escuela
tres meses y tres días, hasta el 4 de octubre,
y la vida era simple: consistía en dar vueltas.
El molino, los trillos, los rebaños, las norias,
las cigüeñas, las mieses, el sol, las tolvaneras...
El mundo daba vueltas. Y el vino de pitarra
—blanco, seco, en porrón—, también daba sus vueltas
como el filo en la hoz —¡Salud!—, y algunas veces
acababa en tragedia.

De aquel tiempo de avispas y algunas tardes cuerpos
desnudos —las albercas,
como mares de risas, bajo un sol que no entiende
esta locura niña de perder la vergüenza
ante el frescor—, de aquellos
capachos rebosantes de mosto aún en perlas,
como una sed futura que fermenta esperando
la guitarra y la fiesta,
sólo esta casa, al parecer, no ha muerto
del todo y, aunque herida y humillada, me espera.

Hay paisajes que llevan con dignidad su olvido,
y quintos que resisten en pie, como una higuera
loca, en mitad del campo. Hay espacios que crecen,
 y parcelas sin amo que, al no crecer, revientan.
Las palabras solemnes no son de este paisaje:
la tierra está en desahucio, mira nubes ajenas,
bebe de ríos secos, tiembla con unos fríos
que ya no son los padres de su escarcha y su niebla.

Las palabras solemnes son para las catástrofes
y aquí no pasa nada que merezca una esquela:
que se caiga una casa manchega no es noticia,
la noticia sería que ésta no se cayera.

En El viento entre las ruinas, de José Luis Morales. Ed. Hiperión.





CASA ANTIGUA

                                                           Hijes. Guadalajara

Allá la casa antigua, consumida,
En donde el tiempo sabe
Fermentar vino, dar sus pinceladas
De polvo en homenaje
A la caducidad y al fluir de los años.

Aún huele a cemento
Y a madera, y a cal, como si fuese
Reciente y exhalara
El sudor con que fuera construida
En la roca, hace tanto.

Porque la yerba y los primeros
Cereales del año, parecieran
Haber caído en este mismo suelo
Con su aliento de lluvia
Que corretea por las habitaciones.

El tiempo se equivoca
Sobre los campos y los muros, para
Que el eco de la siega se prolongue
En los andamios y en su íntima
arquitectura que contemplo.

Es una casa vieja
Donde la luz se posa, y no hace daño,
Con manos leves de frescura
Que otorgan mansedumbre y
Duración. Hay leyenda

En esas fotos y por las paredes,
Cada vajilla, la honda chimenea
Frente a la cual las vidas
De mis antepasados
También se consumieron.

En estos cuadros tiembla tanta historia
Aunque mía, lejana;
Tantos lenguajes que ya no reconozco
Y se me escapan de las manos
Como briznas de agua.

En Una hoja de almendro, de Jorge Fernández Gonzalo. Ed. Hiperión.




LA CASA

Salí a hacerme una casa con tu madera pura
Pablo Neruda

No quise nada malo. Solamente
construirme una casa.

Con la madera pura y olorosa
de los ásperos pinos,
de los dulces castaños,
de los robles tenaces que mi España sustenta.

Una casa para mí
sobre la dura tierra de mi patria
taraceada de huesos anteriores
al calor de mi sangre.

Una casa cuadrada, inocente,
con las paredes lisas bañadas
en cal blanca y apacible
como la leche materna
con un rojo tejado jubiloso
y un alero propicio
para los nidos de las golondrinas
y la sombra violeta de los sueños.

Unos muros,
unos sencillos muros nada más
haciendo soledad para mi alma,
cercándome el anhelo de los ojos.

Contra el terror estúpido de las noches,
contra la vergüenza de los días demasiado brillantes,
un fiel caparazón de cal y canto.

Una fresca penumbra
con un clavo en espera paciente
donde colgar las ropas sudadas
y el cansancio de las horas larguísimas.

Un rincón sin testigo
para esconder esas lágrimas sucias
que se lloran en los atardeceres.

Una alcoba caliente y profunda
para el sueño, para el amor, para el parto.
Para el instante impuro de esa muerte
desesperadamente mía.

Quería eso tan sólo. Salí a hacer una casa
cuando iba a amanecer y el cielo era bondadoso.
Pero todos se echaron sobre mí. Vete, perro,
que la tierra no es tuya.
Ni la piedra ni el árbol ni la sombra ni el aire.

Salí a hacer una casa. Y aquí me tenéis, hijos.
apaleado y desnudo.
Con mi corazón crédulo mojado por la lluvia.

En Obras completas, de Ángela Figuera Aymerich. Ed. Hiperión.




CUANDO LA CASA ESCASA

Cuando la casa escasa sólo es casa,
cuando la casa no es hogar ni hay cena,
cuando no hay nadie que me llame «nena»
¿Qué más da que los cuadros tengan polvo?

La nevera vacía toda helada
mi corazón helado y no vacío;
(riego tus plantas) y a tus plantas digo:
–Llévate este zarzal que tú me dieras.

En Historia de Gloria. Amor, humor y desamor, de Gloria Fuertes. Ed. Cátedra.



En casa de Martín

Mi amigo Martín no vuela pero es un pájaro con trino. En su casa tiene ventanas que miran a donde tú quieres ver y en lugar de cortinas tiene cataratas de agua que no moja y cuando las descorres te queda un sabor a río en las manos.

Tiene retratos que te miran cuando te das la vuelta y a uno de los que hay en el pasillo le ha quitado el marco porque es alemán.

Los cubiertos de la mesa se esconden debajo de las servilletas para no ser descubiertos y las copas y los cuchillos siempre están buscando a los oros y los bastos para echar una partida de guiñote o de tute.

Las lámparas dan luz por el día y por la noche descansan porque no tienen turno de noche.

Y siempre, siempre que vas a su casa, el tocadiscos se queja de que ya nadie le toque y de que el silencio se le suba en motitas de polvo en su universo negro y redondo.

E[ reloj de pared toca las siete cuando son las ocho regalándonos una hora más de amistad y la tarde que entra por el balcón sonríe por ser más joven.

El suelo es de baldosas de todos los colores. Cuando pisas una roja tus zapatos se avergüenzan y les salen colores a sus cordones, pero cuando pisas una azul, tus pies, hechos ya cielo, buscan una nube para ponerse una bufanda porque tienen frío.

La habitación que da al norte la tiene dedicada a biblioteca. Nada más entrar por la puerta, de hoja doble como un libro, se puede ver, como un afiche, un cartelito que pone en letras de hormiga:

La biblioteca es la cuna del pensamiento,
¡silencio!
que la idea duerme
en un sueño perfecto.

Si tocas un lomo de ángel,
si abres la sonrisa de un libro,
¡silencio!
y deja que él hable.

Date reposo a tus labios,
pon tus ojos en lucero,
¡silencio! que hablan los sabios,
¡Silencio!
a los libros en rosario.

En Ojos como soles, de Felipe Espílez. Ed. Poesía eres tú.



CASA

Tal vez ésta es la casa en que viví
cuando yo no existí ni había tierra,
cuando todo era luna o piedra o sombra,
cuando la luz inmóvil no nacía.
Tal vez entonces esta piedra era
mi casa, mis ventanas o mis ojos.
Me recuerda esta rosa de granito
algo que me habitaba o que habité,
cueva o cabeza cósmica de sueños,
copa o castillo o nave o nacimiento.
Toco el tenaz esfuerzo de la roca,
su baluarte golpeado en la salmuera,
y sé que aquí quedaron grietas mías,
arrugadas sustancias que subieron
desde profundidades hasta mi alma,
y piedra fui, piedra seré, por eso
toco esta piedra y para mí no ha muerto:
es lo que fui, lo que seré reposo
de tu combate tan largo como el tiempo.

Pablo Neruda (www.poesi.as)



  
Estrella

Casa iluminada.
Estrella de lejos;
de cerca, posada.

Jaime Torres Bodet (www.poesi.as)





ÁLGIDA SENSACIÓN

Sepúlveda
mediodía
caluroso julio
casa deshabitada
ventana oscura
bocanada de frío
espasmo corporal
olor húmedo
escombros
giro de cabeza

agazapada
oscura
tétrico brillo
guadaña

ojos
mente
piel
aterrados

Ella
ruinas
oculta

La muerte habita los escombros húmedos donde el hombre
ya no quiere vivir.

En Poesía sobre todo. 101 tentativas de Javo Liuva, de José Luis Pérez Fuente. Ed. Poesía eres tú.