domingo, 26 de noviembre de 2017

4ª Sesión del III Taller de creación literaria

Para esta sesión proponemos un trabajo especial, condicionado por la impresión que los rayos de luz reflejados por un cuerpo producen en la retina del ojo, con una longitud de onda entre 460 y 482 nm., es decir vamos a crear bajo la influencia del color azul, de la región del espectro electromagnético que el ojo humano es capaz de percibir. 

Es considerado un color primario, psicológicamente frío. Pero no nos vamos a dejar influenciar... Algunos afirman que es el color, junto con el verde, de la inspiración... 



Tenemos algunos ejemplos en la pintura: Pablo Picasso, Yves Klein... Y, en la literatura, a nuestro modernista por excelencia, Rubén Darío, con su obra Azul




Yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
en cuya noche un ruiseñor había
que era alondra de luz por la mañana.
(En Cantos de vida y esperanza.)

En la antología POEMARTE. El reto de Calíope, presentada el año pasado en el instituto por los miembros del Taller, aparecen tres poemas dedicados al color azul. 



Estos son los textos:

Viento azul


A Juan Ramón Jiménez.

Si en el viento dejases
un quejido malva,
mis ojeras moradas
serán su casa.
Si en el azul del viento dejases
una leve sonrisa,
mis manos de poeta
alas de brisa.
En el viento, siempre en el viento,
persiguiendo la estela azul
de tu azulado aliento.
(Felipe Espílez Murciano)



AZUL

Hay un trocito de azul
entre tejados alternos
al que recurro en los breves
y cotidianos anhelos
de un cielo azul que se expanda
sobre horizontes abiertos…
Una bóveda azulada
yo, en su base: el epicentro…
Con la mirada hacia arriba
en cruz los brazos abiertos
¡con sólo azul en los ojos!
Girar despacio en el tiempo…
¡Girar, girar más deprisa!
Ser molinillo en el viento…
¡Girar, girar sin descanso!
Hasta quedar sin aliento…
Y en el extático giro
romper la cárcel del cuerpo
hacer girar a la inversa
las necias manillas del tiempo.
Volver a aquél cielo indemne
sobre horizontes inmensos
que fue tu techo y el mío,
sobre tu cuerpo y mi cuerpo,
cuando tu tiempo y el mío
eran un mismo momento...
(Pilar Elvira Vallejo)



LANZAROTE II (AZUL 2015)

Un parpadeo azul, azulina de cielo quimérico, de vuelo factible.
El misterioso turquesa –entre el gris vivo y el glauco marino–
del aleteo de la tórtola turca de Lanzarote, que año tras año
planea sobre los cuerpos extenuados de sol y de bronceador.

Las azulonas hamacas no han emigrado este año y siguen
esperando los grávidos organismos rubios expuestos al astro,
previo pago de todo completo en paquete de oferta invernal.

El índigo marco nocturno de playa con olas, rumores y luna
escucha el secreto guardado de lánguidos días de duro trabajo
revelado en los rostros de obreros expuestos al nuevo grisú
de las fábricas de ruinas y de la rutina consentida y pactada
por el sindicato del manejo con los señores del azur heráldico.

Las olas de espuma nacidas de añiles mareas restañan, de día,
heridas de horarios serviles, de fieles al dios del consumo
que invierte en sí mismo a fin de que nada cambie de dueño.
Son frías aguas atlánticas, bajo un cerúleo cielo marino de julio,
que llegan, zarcas, casi transparentes, a los turistas-golondrina
que sueñan volver cada año a ser tórtolas de temporada alta.
(Jaco Liuva)


Recordamos algunos de los sustantivos y adjetivos relacionados con el azul:

ACIANO: adj. y m. Cián.

AÑIL: adj. De color azul oscuro con tonalidades violetas.

ATURQUESADO: adj. De color azul oscuro o turquí.

AZUL: adj. y m. Del color del cielo sin nubes.

AZULADO: adj. De color azul o con tonalidades azules.

AZULENCO: adj. Azulado.

AZULENO: m. Compuesto orgánico de color azul.

AZULETE: m. Polvo o pastillas de añil para dar color azulado a la ropa blanca.

AZULINO: adj. Azulado.

AZULÓN: m. Pato de gran tamaño, muy frecuente en lagos y albuferas.

AZUR: adj. y m. HERÁLD. Azul oscuro.

AZURITA: f. Mineral muy duro de color azul, de textura cristalina o fibrosa. Es un bicarbonato de cobre.

CELESTE: adj. De color azul claro.

CERÚLEO: adj. Se apl. al color azul como el del cielo despejado.

CIÁN: adj. y m. Color celeste o azul claro saturado.

CIANO: adj. y m. Cián.

CIANEA: f. Lapislázuli.

CIANOSIS: f. MED. Coloración azulada, negruzca o lívida de la piel, provocada por una alteración de la sangre o por un problema circulatorio.

COBALTO: m. Metal blanco rojizo, duro y tan difícil de fundir como el hierro; mezclado con el oxígeno, forma la base azul de muchas pinturas y esmaltes.

GARZO: adj. De color azulado. Se apl. sobre todo a los ojos de este color, y a las personas que los tienen así.

ÍNDIGO: m. Añil.

LAPISLÁZULI: m. MINER. Silicato de alúmina mezclado con sulfato de cal, de color azul intenso y gran dureza, que se usa para hacer objetos de adorno.

LAZULITA: f. Lapislázuli.

LAZURITA: f. Lapislázuli.

SERENO: adj. Azul claro, despejado de nubes.


ZARCO: adj. De color azul claro.

Y, finalmente, algunas de las ideas que Benjamín Prado expone en su libro Siete maneras de decir manzana (capítulo 2):


- Cualquier poema puede mirarse desde ángulos diversos, se puede afrontar por más de un camino.
- Un poeta sin tema es un simple decorador y sus poemas no pueden tener más utilidad ni más importancia que la de los objetos vacíos.
- T.S. Eliot considera que el gran objetivo de un poema es que los lectores usen las palabras del poeta para explicarse su propia existencia, para apropiarse de algo que ya les pertenecía.
- Los libros mediocres cuentan la vida entera de la persona que los escribe, los importantes cuentan un poco de la de todas las personas que van a leerlos.
- La primera decisión previa que debe tomar un poeta antes de empezar a construir su texto es elegir y desarrollar un tema que no sea intranscendente o anecdótico, si quiere escapar de la demagogia, la levedad, la retórica o el mero virtuosismo. 


jueves, 16 de noviembre de 2017

3ª Sesión del III Taller de creación literaria: Pablo Méndez

En esta ocasión hemos contado con la visita de Pablo Méndez, poeta, novelista, editor, grafólogo... una persona polifacética que nos ha leído algunos fragmentos de su obra y ha comentado algunos aspectos de su vida profesional y creadora, además de darnos algunos consejos para el buen hacer creativo.




Dejamos aquí algunas imágenes y vídeos como recuerdo de su paso por nuestro Taller.




La biblioteca de nuestro instituto fue el recinto donde recibimos a nuestro ilustre poeta.








Una vez terminada la lectura de su obra, Pablo Méndez contestó las preguntas hechas por los asistentes.











Los miembros del Taller le regalamos a Pablo Méndez los dos ejemplares publicados con nuestros trabajos. 


Finalmente, firmó ejemplares de la revista "tinta en la media noche" que acaba de iniciar su andadura. Esperamos que el esfuerzo editorial tenga una merecida acogida.





















3ª Sesión del III Taller de creación literaria: Davido Prieto

Hemos trasladado el Taller de creación literaria al Salón de actos para recibir la visita de Fernando Pessoa, redivivo gracias a Davido Prieto, un profesor de matemáticas que, hechizado por la poesía del poeta luso, decidió dar el salto a la escena introduciéndose en el universo poético de Pessoa y de sus heterónimos.




Presentamos aquí algunos momentos de la magnífica actuación de Davido Prieto. Esperamos verle pronto en nuestro instituto y le agradecemos su labor difusora de la poesía.




























Gracias a todos por vuestra asistencia.



lunes, 6 de noviembre de 2017

Trabajos de la 2ª sesión del III Taller

El trabajo para esta segunda sesión continúa inspirándose en las situaciones "cotidianas" del metro de Madrid:



A partir de la imagen, los participantes en el Taller realizarán un texto basado en esta realidad y dejarán volar su imaginación por los territorios de la narrativa, los etéreos cielos de la lírica o cualquier otro tipo de expresión artística.



Imagen aportada por Lucía Díaz Mairena






TRAS EL OVILLO DE LANA

Aquel ovillo de lana que había aparecido encima de la mesa, me provocaba unas ganas enormes de cogerlo, arañarlo, morderlo… Lo observaba  escondida entre las cortinas, vigilante, como si en cualquier momento pudiera moverse y escapar. Una mano agarra el ovillo y lo mete en un bolso, inmediatamente me meto allí con él, nos movemos. Lo sujeto e intento estar lo más quieto posible para que nadie se percate de mi presencia. Mis oídos captan distintos sonidos nuevos para mí, oigo a la gente hablar y caminar, escucho música y monedas caerse de un lado para otro. Se me ocurre sacar la cabeza del bolso y veo un armatoste enorme dirigiéndose hacia mí emitiendo un ruido descomunal, parece mi final, es lo único que se me pasa por la cabeza. Pero no, cuando abro los ojos de nuevo, la máquina está parada frente a mí y nos adentramos en ella. En el interior hay gente sentada con esos dispositivos tan raros que se usan hoy en día. La persona que me ha traído hasta aquí saca el ovillo y se pone a trabajar con él. Decido investigar este recinto que se mueve como por arte de magia. Cuando salgo veo cómo me mira y dice:

-Pero bueno, ¿cómo es que no estas en casa? Eres una gata muy traviesa…

Luna Salazar






Alejandro Sánchez Molina





Latrocinio

<Entra por debajo, coges, tiras>. Fruncía el ceño mientras realizaba esto una y otra vez. Sus manos ya mecanizadas lo reproducían vertiginosamente. Sin embargo, su mente estaba ahí, y solo ahí. El trajín del vagón era un suave vaivén que la acompañaba grácilmente mientras hacía sus tejidos.

Por eso te estoy diciendo que mañana lo tengo para ti. decía por el móvil un hombre que tomaba asiento junto de ella.

<Entra por debajo, coges, tiras>. Las agujas y el estambre se habían adueñado de ella, que ni se percató que su acompañante había terminado de hablar con el móvil.

<Entra por debajo, coges, tiras>.  El vil hombre, más con maña que con hazaña, estiró la mano y logró pescar una de las bolsas de la compra que llevaba aquella mujer.

<Entra por debajo, coges, tiras>. Un sonido retumbó en la cabeza de aquella mujer:

Próxima estación: Legazpi.

Y de un instante a otro, la mujer recuperó la noción de todo lo que le rodeaba. Pareciese que había despertado.


Guardó sus tejidos y se apeó. Pero en ese segundo, mismo en el que se incorporó dispuesta para marcharse, se encontró con una bolsa faltante y un vagón vacío.

Iker Karel




VERDE Y BLANCO

Teje verde lana verde,
teje la verde esperanza
que guarda en la bolsa verde
… pero el verde se le acaba…

Grises   agujas de punto
trenzan islas en un mapa
de océanos y corrientes
que la transportan a ítaca.
              
En la Odisea fruncida                         
Nemosyme la acompaña,       
mas la lana de los sueños
… en la labor se le acaba…

Teje en blanco, en blanco teje
-se agotó el verde esperanza- .
Trenza las horas en blanco
… y la madeja se acaba…

Teje y desteje el sudario
por no quedarse sin lana
y poder seguir tejiendo
… hasta la última parada…


Pilar Elvira Vallejo




OPERACIÓN GANCHILLO

Estaba muy nerviosa. Mi objetivo estaba cerca. Sólo tenía que esperar.
Iba a ser demasiado notorio, la gente sospecharía. Tenía que parecer natural. La misión había comenzado.
Ya estaba dentro de mi radar.
Se acercaba.
Desactivé los artilugios y presté atención al “halcón”. Debía parecer normal. Camuflé el dispositivo de escucha en auriculares para el móvil.
Siguiendo las instrucciones que me daban, pasé al vagón del metro. Debería estar a simple vista y en efecto, ahí estaba.
Me levanté y me puse a su lado. No sabía qué hacer, no tenía más instrucciones.
La señora me pasó una de sus agujas de hacer punto.
Llegué al cuartel. Sólo había conseguido una aguja. Misión fallida.
“Halcón” me saludó y me ofreció la cerradura. Cogí lo único que conseguí para pasar esta misión y comprendiendo al instante lo que debía hacer, tiré de una patada la caja y clavé la aguja a “halcón”. Esa era mi misión.
Al instante en que la aguja hizo contacto con su piel, se produjo una explosión. Provenía de aquel punzante objeto.
Sólo veía humo y la silueta de mi supuesto jefe. Una vez que el humo se disipó y se cumplieron mis sospechas, pude ver el esqueleto mecánico de aquel artefacto que simulaba ser mi jefe.

De lo que quedaba de la aguja, surgió un sonido que decía: “Esto no termina aquí, tu misión solo acaba de empezar”.

Irene García Horcajada



Vía de escape

       Las agujas se movían con ligereza en el aire, escribiendo todas y cada una de las palabras que tenía que contar, que expresar, cada vez más rápido, con ansia por dejar escapar todo aquello que le ataba y apretaba por dentro, que le hacía contener la respiración. No tenía mucho tiempo; era consciente, pero necesitaba liberarse, escaparse; escaparse para sentirse libre, como darle alas a un pájaro que desea volar, para que recorra todo un prado raudo y frenético, y al final simplemente termine posándose sobre el árbol más cercano.
       Con cada rítmico movimiento de sus manos, se iba aflojando la cuerda.
       Súbitamente, el tren dio un frenazo. Dejó las agujas de tejer sobre sus piernas. Las encerró dentro de su puño y, con paso rápido, salió del vagón del metro, alejándose del prado.


Joaquín Pérez Grande




Mujer tejiendo el mar


Laia Castella Úbeda


(La imagen de la mujer tejiendo en el metro me sugirió un escenario en el que esta estaba hilando el mar y se encontraba en medio de una tormenta. Ella mantiene una expresión calmada a pesar de todo lo que ocurre a su alrededor. De manera parecida, la mujer de la fotografía teje, a pesar de toda la gente que entra y sale del metro y del movimiento del transporte público en general).



EL METRO ENTRE COSTURAS


¡Rápido! Con un último esfuerzo, logré pasar, justo en el momento en el que las puertas se cerraban. Agotado, me senté y miré la hora.¡¡¡Casi eran las tres!!! No podía ser, el taller de escritura empezaba a las tres y cuarto, llegar a tiempo se me antojaba imposible. Miré a mi lado… y vi cómo una señora, con toda la tranquilidad y temple del mundo, estaba cosiendo, sí, allí en el Metro. No daba crédito, me pellizqué para comprobar que no me había desmayado, pero… ¡era cierto! Me armé de valor y ávido de conocimiento por saber si era una afición suya o se dedicaba a la costura para ganarse la vida, le pregunté:– Señora, ¿qué está tejiendo usted?Ella me miró y, con una voz cálida, pero con cierta parsimonia, dijo:– Estoy cosiendo originalidad. Maravillado ante esta poética respuesta, la volví a interrogar: – ¿Qué o quién le impulsó a practicar esta gran idea? La mujer, ya con más entusiasmo, me dijo la frase más bonita que jamás se haya pronunciado: ­– Joven, veo que en tu alma se aprecia el relámpago de la curiosidad, el ansia del saber y el deseo de ser alguien mejor.
Yo, con la boca abierta, le supliqué que continuase, y ella me contó esto: – Eres la primera persona que se interesa por mí y que me pregunta educadamente, no como la gente que me mira extrañada y me hace fotos; como ese señor que ni siquiera me pidió permiso, seguramente pensaba que no me había percatado… Los humanos sólo nos atenemos a las normas, tú debes llevar el mensaje de la innovación y hacer lo que yo, tejer, para que puedas ser un poco más libre. Ahora corre, ve a ese taller de escritura y cuéntales lo que ha pasado, ¡no tardes!Salí del Metro sin entender nada; por ejemplo, ¿cómo podía saber dónde iba? ¿Qué tenía que ver la libertad con tejer? Esa señora era demasiado enigmática… Después, lo que hice fue pedir a Dios que gente como ella fuera más reconocida, porque la libertad es un valor escaso y aquella mujer quería que todo el mundo lo supiese. Acto seguido, miré mi reloj. Ya eran las tres y cuarto, así que empecé a correr hacia el instituto. Tenía que relatar esta historia a alguien capaz de creerme. Querido lector, confío en que tú lo hagas.

Diego Almodóvar González





LA BUFANDA DE LANA

Al principio, no sabía qué era yo. Me pasaba como a los demás, aunque decían que con el tiempo descubriría mi identidad. Yo no tenía esa seguridad, pero a base de confianza, mi sueño se hizo realidad. Llegó el día en el que me miré en el espejo y pude ver mi utilidad reflejada en él. Había crecido y mi vida, por fin, tenía sentido: debía cuidar de la salud de la sociedad. ¡Ya no era una inútil con la que jugar! Cuando entendí  mi objetivo de vivir, empecé a ser feliz y me convertí en la mejor compañera tejida para ti.


Adriana  Agramunt  Lavin


Cada noche los hilos del pasado se desdevanan; y tejen solos otra tela que, con suerte, duran hasta el amanecer, y es entonces, cuando se deshacen de nuevo en vanos recuerdos. Este perfecto proceso, tira de la cuerda hasta que, en teoría, se acaba el hilo de la muerte. El fin de este filamento cierra un ovillo que rueda por el suelo de una habitación, acabando en manos del gato de Schrödinger. Este felino es tu presente. Estás vivo y muerto a la vez pues no sabes si un segmento de tu cuerda forma parte de la de otros sueños.

Manuel García




El sonido de la diferencia

Tengo que desplazarme, qué mejor que el metro; llevo un libro en la mochila, ¡será un viaje doble!
Entro al vagón y, antes de abrir el libro, cuento las paradas por las que voy a pasar… 10. El tren comienza su camino, ya estoy preparada para empezar.
Mi mirada pasea veloz entre las letras, noto las ruedas frenar y voy calculando las estaciones, una… dos…
Seis… La lectura me intenta sumergir, yo quiero mantenerme a flote, no podía repetirse, no podía pasarme otra vez de la parada.
Siete… Un repetitivo rumor me desconcentra, no leo, ni mido paradas, llevo… ocho, no quería malgastar el tiempo, en cuanto llegase ya no tendría un momento para leer.
Nueve… intento volver a mi lectura, pero ese ruido, no me deja, lo busco por el vagón, una señora me está mirando mientras hace punto de ahí viene el sonido, con sus ojos me indica que me fije en mi alrededor: es verdad, todos están con sus móviles, yo con mi libro y ella con su tejido.
Diez, debo salir, me despido con un gesto, nadie se fija ni los que salen, ni los que entran, menos aún los ocupados, solo esa señora que me enseñó sin palabras que éramos la diferencia.

Yo con mi  libro y ella con su tejido.

Marta Sancho Fernanz



LA METAMORFOSIS


Cuando salió del metro se obró el milagro: su punto bobo se había convertido en un filme alveolar. Penélope pudo esperar a sus hijos venidos de tierras de volcanes y quetzales en una casa ¡Pop! vacía de silencios ¡Pop!, ¡Pop!

Alejandro Puga



Me levanté abrumada, atosigada, como todos los días, diría, como un toro en una corrida o como un pez cuando pica el anzuelo. Me subí al tren que iba  en dirección al entusiasmo. De camino, una mujer entró y se sentó a mi lado, con toda tranquilidad cogió su lana, su aguja y “metió, lazó y sacó, después metió, sacó y volvió a lazar...“ de esta forma, yo, totalmente hipnotizada, le di vueltas y vueltas y más vueltas, hasta que me mareé tanto que por una cosa u otra me volví a bajar en el mismo sitio de siempre, la parada de “la rutina” En la salida de la calle “monotonía Almagro” en fin, igual algún día llego a mi parada, ojalá.

Siria Feo Rodríguez