martes, 24 de octubre de 2017

Trabajos de la 1ª sesión del III Taller

El trabajo para esta primera sesión consiste en realizar un texto a partir de la fotografía propuesta:




Hay que ponerse en situación y decidir si elegimos a esa persona anónima como protagonista de nuestra narración o simplemente comentamos la situación y circunstancias que pueden rodear ese instante captado por la cámara. También se puede realizar un poema o prosa poética que exprese los sentimientos que produce en el espectador dicha imagen.



Es importante que aparezca implícita o explícitamente– el material empleado por la protagonista: el film alveolar, ese plástico dotado de unas burbujas de aire para proteger y aislar objetos, que usamos en ocasiones con fines relajantes... 


Imagen aportada por Lucía Díaz Mairena
a-b

PENÉLOPE 

Penélope se aferra 
a  un sudario de plástico, 
restos de un paquete 
que partió del Mediterráneo 
rumbo a tierras indígenas. 

No es a Ulises a quien espera 
sino a esos hijos que 
un día dejó en una tierra 
de volcanes y quetzales.
  
Cada día Penélope 
deambula su soledad 
por caminos subterráneos, 
mientras sigue tejiendo 
una espera desesperanzada 
y siente la ausencia de aquellos 
que un día tuvo tan dentro 
y ahora se hallan tan lejos.


Alicia Arriero Higueras 





LAS MARAVILLAS DEL FILM ALVEOLAR

Hay muchas maneras distintas de relajarse: puedes ver una peli tumbado en tu sofá, puedes echarte una siesta después de comer, ir a que te den un masaje y muchas otras formas que mencionaría, pero sería una historia muy larga. 
Todos estos métodos ya son antiguos y algunos hasta muy caros. A veces hay que innovar con un nuevo método para no quedarnos anticuados... ¿Qué mejor que algo tan sencillo y a la vez tan útil como es el film alveolar?
Puede ser que esto del film alveolar te suene extraño, pero no es más que el papel de burbujas de toda la vida. Sí, ese que se usa para el embalaje, pero la gente normal no sabe que tiene una utilidad distinta y que es mucho mejor que emplearlo en una simple caja del regalo de cumpleaños de tus padres.
Sólo con explotar la primera burbuja te llenarás de una sensación placentera. Ese simple sonido puede lograr engancharte y cuando te hayas dado cuenta, habrás pasado toda la tarde obsesionado con este sugerente plástico que pasa de ser algo insignificante a proporcionar un torrente de satisfacción psicológica.
Maravillas de la vida son cosas como esta, que, siendo tan sencillas y cotidianas, se transforman en especiales. Por eso, hay veces que se tienen que dejar de lado los lujos y los objetos costosos y dedicarnos a recursos tan sencillos como el film alveolar o un simple sudoku, que no lo parecerá, pero dan una satisfacción que a veces no la proporciona, por ejemplo, el móvil de la última generación, que al final hace lo mismo que el que tenías antes y que desechaste puesto que era “inútil”.

Hay que darle una oportunidad a lo que no es lo más trendingtopesco, apreciar lo sencillo y humilde. Créeme, vale mucho más la pena...

Diego Almodóvar González




Film alveolar

Caen las gotas redundantes sobre las baldosas del jardín.
Las moscas estallan insistentes cada cinco minutos.
Las chispas se expanden obstinadas, sin fin.
El  pan siempre se quiebra entre los dedos enjutos.
Las piedras que chocan pertinaces asustan al gato.
Las palomitas avisan. ¡Qué ilusión!
Las tercas canicas culminan la concentración.
Las teclas tenaces construyen el relato.

Teresa Sánchez García




VIAJE EN METRO
(FILM ALVEOLAR)

Viajaba sola. Un chasquidito continuo amenizaba el tedioso silencio del vagón: pop, pop... Absorta, aplastaba entre sus dedos las burbujas de un plástico de embalar: pop, pop…
Me senté a su lado. No pude evitar preguntarle:
– ¿Relaja?
Silencio…. pop!
– ¿Hola?
Pop, pop…
– Perdón… Es a usted.
Miró a través de mí con sus ojos vacíos
– ¿Que si relaja…?
Muda, se miró los dedos: pop, pop!
Indolente,  me cedió una esquina de su film alveolar. Presioné una burbuja: Pop! Y otra: pop, pop… El vagón se vació de silencios, de sombras, de minutos: pop, pop…

…¡Sí!... ¡Relaja!


Pilar Elvira Vallejo



INS-PIRAOS

Escuchar el sonido del film alveolar
evocando la lluvia de un día de octubre
mientras ves a tu musa estallar un tiptap,
un tiptap, un tiptap, el sonido te sume
en un tierno sopor, y después despertar
en aquella estación.  ¡Ya te has vuelto a pasar!
No te extrañe. Es que el metro está lleno de gentes

que son locos de atar. Verdaderos PIRAOS.

Javier Martín Alonso




LA MUJER Y EL FILM ALVEOLAR

En el metro de la ciudad me encontré una mujer que iba explotando papel de burbujas. Me senté a su lado. No dejaba de hacer ese ruido molesto y perseverante. Directamente le pregunté:

– ¿Por qué lo haces?

Entonces la señora, con incredulidad por la pregunta, contestó:

– Déjeme, he de concentrarme .
­– ¿Pero en qué, si tan solo estás explotando burbujas sin ton ni son?
– No, estoy  viajando en el tiempo.

Esta vez fui yo quien se quedó perplejo.

– ¿Cómo? ¿A qué te refieres?
– Este ruido es el vehículo de mi mente que viaja del futuro al presente, del pasado al  presente y del futuro al pasado.

En aquel momento empecé a comprender mejor.
El tren llegó a mi parada y bajé, no sin antes despedirme de aquella extraña mujer.
Al llegar a mi casa me planteé lo sucedido y llegué a la conclusión de que esta encantadora mujer se refería al pensamiento de futuro y de pasado; con esta reflexión decidí escribir un relato que empezaba así:
 
En el metro de la ciudad...

Bichitoraptor73


Film Alveolar

Me siento encarcelada por un estrés opresor cada día. Muchos tienen las mentes desgastadas y someten sus neuronas a constantes viajes, dando vueltas en una enmarañada montaña rusa de pensamientos dispersos. Por ello, necesitamos hacer “plicks” de vez en cuando y estallar alguna burbujita, haciendo desaparecer alguno de esos problemas que nos desvelan. La calma puede llegar con el suave humo de una caliente taza de café, o el rítmico sonido de un día lluvioso; al recordar las gotas chispeantes que mojan el rostro seco de emoción, resbalando por las arrugas amargas y resonando a cada paso que dan nuestros pies por la fría calzada, mientras las yemas de los ásperos dedos van suavizándose con cada estallido, con cada espacio de aire liberando presión. Así, nuestro film alveolar se alisa y nuestra piel pierde tensión, al ritmo que la tela de inquietudes se desenreda y las nubes de angustia devuelven a la vida el sol que lo hacía deslumbrar. Es cuando decimos que ya no somos presos del pensar, y otro día más podemos respirar.


Adriana Agramunt Lavin




Solo es la naturaleza humana.
Dijo el hombre:
¡Pum!
Mientras él estaba reventado, ella:
¡Pum!
Su amigo dijo:
es un chico muy majo...
¡Pum!
No quería infligir daño:
¡Pum!
La sociedad dijo:
¿has visto lo que llevaba puesto?
¿Vestido transparente?
¡Pum!
Ella estaba pidiendo y se reventó:
¡Pum!
Ella debería ser más fuerte:
¡Pum!
Ella debería decir no:
¡Pum!
¿Dónde está la protección por la protección?
¡Pum!

Silencio.

Ian Schiffer


Alejandro Sánchez Molina




Oda al plástico-burbujas
“Plop, plop”.
Te acerco a mi oído,
te siento en mis manos.
Tu sonoridad me sosiega,
placer que tú me das.
Mas, basto placer tan efímero,
pues sabes bien
que si mis dedos osaren
rozar tu diáfana capa,
y decidiesen estrujar
tu abombada superficie,
lo que fue de ti estalla
sucumbiendo en el aire,
dejándome con la huella de lo que has sido,
sin poder volver atrás.


Plop, plop
“Plop, plop”, sus dedos eran independientes de su mente,
“plop, plop”, con la mirada fija en el vidrio de enfrente.
“Plop, plop”, su corazón se aceleraba,

“plop, plop” con cada apretón que daba.

Iker Karel Muñoz




El arte de vivir

Entré en el vagón del metro como todos los días. Todos estaban con su móvil, su tableta, su holograma… ignorando la realidad. Todos, menos una señora que estaba sentada tranquilamente con un objeto que hacía sonar “plop” cada vez que lo oprimía. Me senté a su lado con curiosidad. Nunca había visto algo tan extraño.
—Perdone…
—¡¡¡Shhhh!!!—dijo la señora interrumpiéndome. Estaba explotando una de esas envolturas con aire contenido.
Silencio.
— ¿Qué es eso?—dije tras un rato observándola.
Me miró fijamente y luego dirigió su atención a una de las burbujas. Hizo un último intento, “plop”. Se quedó nostálgica, con sus ojos perdidos en la nada.
—Lo es todo y no es nada a la vez. Es lo que apreciáis pero nadie osa utilizar. —Dicho esto decidí que no entendía nada.
— ¿Qué quiere decir?
 La señora volvió a mirar sus cápsulas.
—Un objeto que significa mucho más de lo que puede parecer. A veces uno muere y “plop” se acabó, —hizo una breve pausa —otras burbujas en cambio, están a medias y te cuesta explotarlas, resisten y luchan por vivir —dijo intentando sacar el aire de una burbuja que se negaba a explotar. Su cara se tornó siniestra y su voz se alteró tomando un tono grave y atemorizador. Sus ojos adquirieron un color rojizo brillante por lo que me dieron ganas de salir corriendo en ese mismo instante. Pero estaba paralizada, no podía moverme. —hasta que al final... —cogió una aguja y la pinchó— “plop”.
En ese instante sentí como si me clavaran un puñal en el corazón. No hubo sangre. Me quedaba sin aire.
—A… ayuudaaa…—Conseguí articular y levanté el brazo tembloroso que palidecía por instantes.
—Vaya, vaya. Veo que no entiendes como funciona esto. —Dijo con fingida pena. Durante una fracción de segundo, dejé de ver a esa amable mujer y me pareció ver un rosto sombrío y encapuchado, con una guadaña en lugar de una aguja. Me dio una patada devolviendo mi mano al suelo y para cuando establecí contacto entero con él, todo fue paz. No necesitaría volver a respirar.

El camino hacia donde estoy ahora ha sido tranquilo. Pero lo mejor de todo es que sea donde sea que estemos ahora mismo (el cielo o el infierno), yo agradezco que haya ordenadores y Wi-Fi.

Irene García Horcajada



CUALQUIER DÍA, A CUALQUIER HORA, EN CUALQUIER LÍNEA DE METRO

– ¡Buenos días!
   (Sin  respuesta)
– Buenos días!
– ¡Ah!…¿Es a mí?
– Sí, claro. Le hablo a usted.
– La estaba mirando y me preguntaba el motivo de su actividad…
– ¿Qué?, ¿qué actividad?…  ¡Ah! ¿Se refiere a esto?
– Sí, sí. Nunca había visto a nadie hacer algo parecido en el metro y creo que es una idea muy buena…
– ¿Buena? ¿Por qué? No entiendo nada.
– Sí, mujer, porque relaja. Eso de espachurrar bolsitas de aire parece algo reconfortante.
– Perdone, señor. No son bolsitas de aire. Se llama ¡¡¡¡FILM ALVEOLAR!!!!
– ¿Sí? ¡Nunca había oído que tuviera un nombre tan peculiar!
– Pues sí, señor. Da la casualidad de que ayer también se me acercó una señora y me  dijo lo mismo que usted, así que decidí buscar en internet el nombre de estas burbujitas de aire.
– Usted es impresionante, si me permite el comentario… Tengo la sospecha de que  es una persona muy interesante.
– ¿Yo? ¡Ja, ja! Nunca habría imaginado que se podía entablar conversación a partir  de unas simples burbujitas… Usted me ha caído simpático. ¡Le invito a un café! Y,      si quiere, compartimos este hobby.

(Después del café, la señora se fue a casa contenta  y con la idea de contarle a su terapeuta que, gracias al film alveolar, no solo había disminuido su ansiedad, sino  que había tenido una cita con un señor maravilloso).

Helena Martínez Luengo




Pop pop pop.
Quizás esté estresada
haya discutido
o en la tienda no quedaban naranjas.
Crash, crash, crash.
Pienso que está irritada
puede que haya ido al cine
y le hayan dado patadas
Bip, bip, bip.
Está agotada
ha trabajado mucho
y no le han dado ni las gracias.

Marta Sancho Fernanz



Monótono rumor
como un reloj que no falla,
Suave gorgoteo
como un grifo estropeado,
Desestresante reflejo
que agobia al vagón
ruido ignorado…
y de repente ¡rash!
rompe el repetitivo sonar
en un ataque de ira;
se hace el silencio,
ya no suena más

ese constante repicar.

Marta Sancho Fernanz



Escribiendo burbujas

Sentado en la lluvia,
pompeándome  los alvéolos
con una máquina de burbujas
imaginando un novísimo
morse de carácter globular.

Abriendo cajones y cajas
buscando braille para usar.
Un aislador del vacío busco
para huir del aire exterior.

Sentado en la lluvia
pompeándome los alvéolos
escribo de pompa en pompa
buscando más oxígeno
para conservar la ausencia de todo.

Y el aire sigue espirando
inspirando mi inspiración
cuando se acerque la expiración
se alejará mi inspiración.

Alejandro Puga



Cierro los ojos, me encuentro en el antiguo campamento al que solía ir de niña. En el medio del bosque, de noche. Siento el olor de los pinos con su resina derramándose, el viento de la noche helándome la nariz. El sonido de las brasas me relaja.
Aparezco entonces en aquel refugio de montaña, toda la tropa está reunida. Cómo ansiaba esta escapada con amigos. Mañana nos levantaremos temprano para coronar la Maliciosa. Todas las noches, por tradición, nos quedamos hasta altas horas de la noche. Me toca echar carbón a la chimenea. Estoy sentada frente al fuego.  El sonido de las brasas me relaja. El dulce sonido de las brasas me sigue relajando.

Estoy ahora en la playa. Es de noche. Todo está oscuro a mi alrededor, excepto tú. Me tiendes la mano. No hace falta que me digas nada. Tus ojos están iluminados por las llamas. Te acercas a mí y, de repente, abro los ojos. Se me han acabado las burbujitas. Cómo me relajaba el sonido de las brasas.

Andrea Rico Montaña


DOCE BURBUJAS

Encuentra y se lanza, un asiento libre 
miel arrebatada a sus labios de mimbre.

Tic.

Cae de su bolso un film alveolar
pompas que asoman antes de explotar.

Tac.

Gesto fruncido, facciones prietas
zapato en punta repiquetea.

Tic.

Mira el reloj, manos sudando
ya sentada, ampollas pinchando.

Tac.

Quiere parar y no puede,
toda ella como un muelle.

Tic.

Frena el metro. La empujan.
Estalla otra burbuja.

Tac.

Recibe un mensaje.
Iphone y embalaje.

Tic.

Va a llegar tarde.
Uñas que arden.

Tac.

Otro giro,
y suspiro.

Tic.

Llegada
ansiada.

Tac.
.
Suena.
Truena.

Tic.

Tac.

Carlos Mendigutía


JUANA

La mirada perdida en el pozo de sus recuerdos ¡crash!, ¡crash! Una sonrisa desvaída aflora a sus labios ¡crash!, ¡crash!; pero su cuerpo, menudo y torpe, nos habla de trabajo, de esfuerzo, de sufrimiento ¡crash!, ¡crash!
Juana atraviesa la ciudad en el metro ¡crash!, ¡crash! Veintitrés estaciones desde su vivienda a la casa de los otros ¡crash!, ¡crash! Cada día ¡crash!, ¡crash! Limpia, lava, cocina, plancha...Y vuelta a hogar. ¡Crash!, ¡crash! A la suya, con los suyos, limpia, lava, cocina, plancha  ¡crash!, ¡crash!... en un círculo sin fin.  
Aferrada a ese pedazo de plástico que hace estallar de manera rítmica, continuada ¡crash!, ¡crash!, su mente  migra hacia tiempos más felices. Una joven, las fiestas del pueblo y.... ¡crash!, ¡crash!: los fuegos artificiales. Eso es lo que le queda. Un sonido evocador de una época en la que Juana soñaba con una vida cómoda, sin sobresaltos, como los que ahora produce en el metro a sus vecinos de asiento ¡crash!, ¡crash!
Ellos la miran incómodos,  ¡crash!, ¡crash!, molestos con el ruido que Juana produce cada vez que revienta una de esas bolitas de aire del plástico que estruja entre sus manos ¡crash!, ¡crash! ¿cómo van a imaginar ellos que ese ¡crash!, ¡crash!, es su válvula de escape?...

Alguien, interrumpe su letanía de bolas estrujadas  ¡cra...sssshhh! Juana, baja los ojos y, sumisa, sometida a la tiranía de los otros, recoge despacio el plástico salvador, lo guarda entre sus bolsas y respira. Mañana volverá a soñar. ¡Crash!, ¡crash!

Maite García Osa









-Os voy a contar la historia de la Señora Rigoberta, que un día en el metro tuvo más expectación de la habitual…
-Perdona, es mi historia ¿no crees que la debería contar yo?
-Pero yo soy el narrador, ¿no te basta con ser la protagonista de la historia? Algo tendré que hacer yo.
-Bueno, adelante, a ver qué cuentas.
-Era un miércoles por la tarde…
-Bueno no era exactamente por la tarde porque yo no había comido, supongo que siendo un narrador omnisciente, como alardeas ser, sabrás que los miércoles acabo mi turno a las tres y media…
-Lo mismo da que da lo mismo, ese día habían recibido en el hospital en el que trabaja Rigoberta un paquete cuyo contenido eran una nueva medicina envuelta en el famoso papel de pompitas o “film alveolar” y Rigoberta decidió llevarse un poco para entretenerse en el metro, dado que el móvil se le había quedado sin batería y no podía escuchar, como estaba acostumbrada, a Rafael.
-Al verlo amontado en aquella caja lo noté tan apetecible como un refresco en verano, como chocolate en cualquier momento o la idea de no tener absolutamente nada que hacer… no pude aguantarme, lo tuve que coger cuando no estaban atentos, de todas formas lo iban a tirar así que no me sentí culpable, como ya sabrá, me fui…
- Se dirigió hacia el metro y como de costumbre cogió la línea nueve con destino a Plaza de Castilla y comenzó con lo que más tarde sería "su perdición". Se sentó en el vagón. Empezó con una burbujita, pequeña y redondita, en cuanto sus dedos la apretujaron y sonó aquel “prip” pudo sentir cómo una felicidad recorría sus venas, como la sidra al abrir la botella, todo el estrés que tenía acumulado se iba desvaneciendo, aquellas burbujas le recordaban las…
-¿Agujas de un reloj? ¿Carracas de las fiestas de mi pueblo? Ah…No, a las gotas de lluvia golpeando un cristal. Seguí y seguí  hasta que me di cuenta de que la gente me estaba observando…
- Incluso le pareció ver que un señor había tomado una foto… Le producía aquella sensación tan placentera... hacía que pudiera aislarse del exterior. De hecho, se pasó su parada y tuvo que retroceder...

-Esta ha sido una historia de Rigoberta, nos vemos en mi próxima aventura.

Luna Salazar y Belén del Molino


Luz, calor, día, sol,  Luna,  frío,  Noche,  oscuro  y DONG vuelve el sol.
Hastío, desaliento, extenuación, agotamiento PUF, es dolor.
Frío, hambre, flojera, hartazgo  TIC TAC  no avanza el reloj.
Caliza, arcilla, cemento, ladrillo y  RIN, se acabó.
Vagón, traqueteo, asiento, sueño, sopor  ZZZZ, me pasé de estación.
Mujer, arcaica, tranquila, mayor  POP POP a mi lado se sentó. 
Ruido, molestia, engorro, incomodidad POP POP cállese por favor.
POP POP POP POP POP POP, ¿quiere un poco señor?

POP, gracias, POP, gracias POP, se fue el PUF por el POP.

Siria Feo Rodríguez



 







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