Estos son los trabajos que han realizado los asistentes. Unos han optado por el microrrelato y otros se han inclinado por el cuento realizado con cien palabras o el cómic:
Pinocchio
Érase
una marioneta de nombre Pinocchio, hecha de tablero de fibra de densidad media
(ya que legalmente no podemos llamarlo madera). Diseñada en Italia por un tal
Geppetto, pero fabricada en China por un tal Xi Li Ping. Como él, millares,
todos iguales; calidad media, destinados para dar unos años de entretenimiento.
Nuestro
Pinocchio, al percatarse de esto, desde el fondo de su alma pidió a una
estrella que lo convirtiese en un niño de verdad. Pero, ¿qué material es la
verdad?
Iker
Karel Muñoz (Cuento de 100 palabras)
Testigo
silencioso
Lo vi todo desde
allí. Primera fila en ese macabro espectáculo. Una sombra oscura se desliza por
la noche y se refleja en mí. Sigilosa, analítica, eficaz. Se llevó la vida de
toda una familia.
Lo recuerdo todo.
El color de su cabello, el olor de su piel, el tacto de su gélida mano. Me tocó
y no hizo nada. No me opuse a su huida y ahora tan solo soy capaz de guardar
sus huellas.
Un sentimiento de
impotencia me recorre. Querer confesar, pero no poder. Al fin y al cabo, ¿quién
escucharía a una simple cerradura?
Laia Castella (Cuento de 100 palabras)
Cien palabras después…
Comencé a escribir un cuento de cien palabras: la ilusión de empezar sin terminar, aunque también hay que limitar. No sé si lo sabes, pero llegamos a las treinta. Paso a paso vamos avanzando, pero no es que estemos llegando. No me pasaré de frenada, la historia estaba pensada. Ya pasamos la mitad, para que acabe esta historia, por favor, aclamad. Los dos tercios he logrado superar, ya ni mis enemigos mi victoria podrán afear. Ahora mi objetivo es llegar a las cien, que quiero celebrar. Estas últimas palabras voy a dedicar al lector que logró terminar.
Cuentín
Este es
un cuento del cuentacuentos llamado Cuentín, del que cuentan que cuenta los
cuentos mejor contados del mundo, y hoy contó su último cuento. Fue así:
Puntual,
como siempre, Cuentín apareció saludando al público, se sentó y contó su
cuento, y acabó diciendo lo siguiente:
– Cuando
os hablan de un “Cuento De Muchos Cuentos” lo normal es pensar en varios
cuentos en uno y, a su vez, en muchos personajes… Pues bien, estáis en lo
cierto al respecto.
Si aquí
estáis, es movidos por vuestro gusto a los cuentos, pero lo que no sabéis, es
que ya vivís uno.
Jaime Sánchez
CIEN PALABRAS
Una historia
escribir me encomendaron. Una historia de cien palabras. Y he aquí el
dilema: ¿cómo empezarla y acabarla con tan pocos recursos? Así, sin más y a lo
tonto dos renglones llevamos ya y treinta y seis palabras son. Perdón, ¡¡¡ya
son cuarenta y siete!!!! ¿Qué decir?,
¿cómo empezar?, ¿qué contar?, ¿cómo acabar? Sin sentido es, sin sentido va y
sin sentido terminará. El problema surgirá
cuando el maestro a leerla irá y, con razón o sin ella, a mí me
regañará. ¡Dios mío! ¡Cuánto sinsentido en tan pocas palabras! ¡Qué poca
incoherencia en apenas seis renglones!
Helena Martínez Luengo
La ardilla arquitecta
Teresa Sánchez García (Cuento de 100 palabras)
Al señor Palomino Melibúlico jamás se le
habría ocurrido pisar un charco. Era uno de esos señores con reloj que jamás
tiene tiempo. Uno de esos sapos que plantaba sus muslos en el nenúfar y se
dejaba llevar por las corrientes mudas y cálidas del aire de verano.
Una tarde cualquiera, el señor Palomino se
despertó al revés, el nenúfar movió el aire, su reloj comenzó a moverse y no se
levantó porque no sonó el despertador. Palomino Melibúlico, tras haber sido un
sapo toda su vida, como las libélulas del lago, comenzó a ser, sin quererlo, un
pajarito verde.
Alejandro Sánchez Molina.
Ella es
entusiasta. Como les pasa, afortunadamente, a la inmensa mayoría de los
profesores, está empeñada en que aprendamos todo lo bueno que a ella le han
enseñado.
No duda
en utilizar todo tipo de extravagancias para lograr su fin: cada día nuevas
palabras se posan en la pizarra; hace que resuenen en la clase nombres de
diccionarios hasta que sabemos para qué sirve cada uno; no permite una palabra
mal pronunciada aunque haya que poner caras raras para lograr decirla de manera
que se entienda; hace que quienes saben la respuesta a una pregunta lo expresen
por métodos raros, cualquiera, que no interrumpa el discurso mental del
estudiante elegido para responder de la manera normal sin apresurar su propio
ritmo; logra que los que ya saben que su respuesta es
correcta, inventen pistas no obvias para el pensante; premia las
participaciones brillantes expresadas con la debida cortesía con post-it
ilustrados con genios que suben la nota; aprecia en puntos toda contribución al
trabajo en equipo; muestra procedimientos que sirven para sacar el máximo
partido al esfuerzo; habla de que bueno viene caca y nos muestra
las heces en las decenas ordinales; se niega a que lo malo domine por la
dejadez de no podar y dejar que invada la maleza; nos recuerda que no conviene
las dar cosas por supuestas y nunca lo que por nosotros hacen quienes nos
crían; destaca las virtudes raras, valiosas y escondidas porque todo punto de
vista es clave para entender la realidad; nos anima a mirar con curiosidad a
nuestro alrededor para retrasar las arrugas, sin olvidar el cuidarnos con mucha
fibra, yerbas y tai chi; nos facilita el que defendamos lo que nosotros
elaboremos y, o nos reconoce su sentido, o nos saca del error de una manera que
se nos fija más que la puntuación conseguida; nos incita a superar la mera
reflexión y emprender acciones transformadoras porque es posible conservar la
increíble maravilla que es la Tierra; nos hace aprender las claves para que se
nos abran puertas y ventanas y nos crezcan alas por la lengua para poder volar
por todo el globo y más allá.
En todo ello encontramos nosotros las claves para satisfacer su
deseo secreto: un nuevo nombre. Así que la llamamos Mrs. Word World, siempre
pronunciando la primera sílaba como una e larga que cuadra el labio
hacia arriba y eleva la nariz para percibir mejor el olor de la vida.
María de Gonzalo
Una muerte
estupenda
Eonupe era
estupendo, con vida estupenda y familia estupenda. ¿Por qué no una muerte
estupenda? Todos querían saber sobre esta muerte tan sonada, relatada,
discutida. Unos decían que era asesinato, otros suicidio, algunos que su muerte
tenía significados ocultos, sobrenaturales. Los conspiradores decían que Eonupe
era extraño, que había huido dejando su vida, para irse a un lugar donde de
verdad se sintiese a gusto.
Pero, a pesar
de todas las teorías, la pared con manchas rojas era lo que más intrigaba,
supusieron que era sangre pero acabó resultando pintura, manchas en forma de
una flor estupenda.
Marta Sancho Fernanz
A otra cosa mariposa
Por
aquellos tiempos en que los insectos empezaron
a entender a la perfección el habla de los humanos, se aprendieron a
comunicar de otro modo. Sus favoritos eran los dichos.
La
mariposa fue la más afectada por esta novedad, desde que su amiga la mariquita
oyó decir casualmente a una señora: “a otra cosa mariposa“. Lo había extendido
por la gracia que suponía, al ser la mariposa tan distraída; sufrió grandes
problemas de marginación pues, cada vez que se acercaba, lo decían en
referencia a su despiste y ella, al pensar que la echaban, se iba.
Belén del Molino Dueñas (Cuento de 100 palabras)
LA PAVESANA
Esto era una
muchacha, que vivía en una choza, con su madrastra y sus hermanastras. Su
verdadero nombre era María Segismunda de Mercedes, pero todos la conocían como
“Pavesana”, pues cuando despertaba por las mañanas su rostro estaba manchado con
la pavesa que desprendía la chimenea. No tenía ningún talento, ni cantar, ni
bailar, ni siquiera dibujar y nada en su rostro destacaba especialmente por su
belleza. Y os preguntareis, ¿por qué duerme al lado de la chimenea? Pues
digamos que esta chica no era muy lucida y se perdía llegando a la habitación,
así que con tal de permanecer calentita, dormía en el suelo al lado del fuego.
Un día llego a
la choza una invitación para un funeral, y la pobre muchacha se pensó que irían
a conocer a un príncipe hermoso y acabaría casándose con él. Cuando llego al
lugar indicado, ataviada con joyas y vestidos de gala, vio al supuesto príncipe
dentro de un ataúd y salió corriendo a llamar a algún médico que pudiera
ayudarle. Cuando corría pedir auxilio se le cayó un zapato del pie. Así, la
pobre Pavesana, acabó sin príncipe pero con un resfriado
de tres pares de narices.
Luna Salazar Díaz
Rigoberto
Este pequeño
relato tuvo su origen en un lugar… bueno… lo importante es que de este sitio,
pude rescatar este relato, que en teoría no debía rememorar.
Hace no mucho tiempo
vivía en un lejano territorio un noble anciano llamado
Rigoberto, que descansaba en su sofá plácidamente. Lo hacía siempre, pero esta
vez era diferente: no tenía su café en la mano, sino que la taza estaba tirada
por el suelo. Lamento tener que decir que nadie levantaría nunca dicha taza.
Lo peor de
esta triste historia, siento decirlo otra vez, es que nadie pisaría nunca más
esa casa.
Irene García Cárdaba
Truco o tronco
Estando sentado un buen
día, en el parque de los antiguos tractores, un tejedor encontré pero no estaba
tejiendo, y al observar yo esto, preguntarle se me ocurrió.
-¿Oiga señor tejedor,
no se habrá quedado usted sin tela que tejer?
-No, en absoluto; mas
tejedor no es mi oficio.
-Entonces, ¿por qué
titubeaba la canción del tejedor?
-Porque tejedor
soy pero los troncomóviles es lo que
tejo.
-¿Troncomóvil?
-Si, el troncomóvil es
un truco para moverse por los bosques truncados por la oscuridad. Como lo que
ahora mismo voy a hacer. ¡Tronco!
Cuando tronco gritó en
tronco se convirtió.
Alejandro Puga
DECIR ADIÓS
No se despidió. No sabía decir adiós. No me arrulló, ni me
abrazó. No me besó. Tampoco me cantó. Y, sin embargo, su voz me acarició y me despertó. Me salvó.
Abrí los ojos. Desolación. Tan solo el
susurro lejano de un arroyo. Mi voz ahogada en el pecho y un opresivo dolor.
Deseé sucumbir. Ella me lo impidió. Sin duda, me protegió.
Entonces no lo entendí. Solo me quedó aceptar su ausencia. La única opción:
sobrevivir. En ese momento recuperé la voz.
Pero yo tampoco me despedí. No quería decir adiós.
Ana
Belén López Martínez
MI ALICIA
Hace ya tiempo que perdí la
esperanza de volver a verla, aquella
niña que me condujo hasta este maravilloso y extraño lugar en el que me
encuentro. El mundo donde la locura es
la cordura, donde lo imposible se hace posible. Solo puedo recordar aquella mañana en la que
mi vida cambió. Aquella mañana en la que vislumbré a una singular niña entre la
muchedumbre y decidí arrastrar mis peludas patas blancas hasta ella, curioso por
saber dónde me podía llevar. Todavía recuerdo su silueta entrando en aquella
pequeña madriguera, aquel portal hasta este nuevo y mágico mundo.
Sara Álvarez Herranz
Una de cuentos
22 de febrero de 1982
Papá, cuéntame el cuento de la niña con la caperuza roja
que maltrataba a los lobos,
y el de la niña que come una manzana en mal estado
y casi se muere,
y, no te olvides del cuento del patito al que los otros patos
hacen bullying.
22 de febrero de 2018
Manuel, cuéntame el cuento en el que todos los niños y niñas
tienen derecho a la educación,
y el que dice que los niños tienen derecho
a vivir una vida libre de violencia,
y, no te olvides del cuento en el que todos los niños
tienen derecho a la vida.
Y los cuentos, cuentos son.
Alicia Arriero Higueras
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